Las transformaciones sociales, culturales y políticas ocurridas en occidente en estos últimos veinte años han sido realmente sorprendentes. Ello es claro, pero no sólo deben ser constatadas sino que requieren ser explicadas. Y por su significación y trascendencia no admiten una comprensión simple ni superficial. Millones de persona creyeron que la caída de la URSS y el fin de la guerra fría era un contundente triunfo del capitalismo liberal; incluso se llegó a decir que era la caída de las ideologías y el fin de la historia. Sin embargo, se empezaban a experimentar los efectos ideológicos de un proceso iniciado hacía ya muchos años atrás relacionado con una profunda transformación mundial de los llamados “paradigmas” de la modernidad; esos que habían prometido liberar al hombre de la ignorancia la infelicidad y la muerte, tanto por medio de la razón como de la ciencia. Pero frente al incumplimiento de estas promesas devino el radical pesimismo cultural que inundaría Occidente con una contracultura igualitaria que expropiaba en las grandes ciudades del mundo el espacio vital del burgués, rompía las tradiciones, los iconos políticos, económicos, educativos y religiosos. Desde de los fondos urbanos no sólo emergían las características respuestas antisistémicas sino que además surgían pequeñas agrupaciones “asistemicas” que se hacían llamar tribus, cuyas costumbre y tendencias rememoraba al “buen salvaje” de Rousseau o la tradición libertaria del Wandervogel. Era una expresión de rebelión que se imponía ante el agotamiento de las costumbres burguesas impuestas por la modernidad, y un cristianismo saturado de ritualismo intrascendente de muchas formalidades vacuas, y que a esa altura se veía invadido por novedades imposibles de erradicar hasta el día de hoy. Esa nueva cultura, traía consigo exóticas creencias orientales (panteísmo y emanación) que se relacionaban con ideologías concebidas bajo el influjo del Nihilismo y el romanticismo transgresor de Baudelaire o de Rimbaud. Así nuevas corrientes de pensamiento van a mover el espectro cultural de Europa, llenas de una vitalidad que buscarán entronizar al “super hombre” de Nietzsche. Son la “Escuela de Frankfurt”, la “filosofía analítica” y el estructural-deconstruccionismo que desplazaran al marxismo clásico y su estructura estatal, uno de los muchos bastiones de la modernidad colapsada. Necesario es tener presente que a lo largo del curso de la historia occidental, diversos sistemas filosóficos se han impuesto alternativa y sucesivamente, siendo el predominante en cada tiempo el que define la naturaleza y carácter de la época. Es así como en cada momento han primado el racionalismo, el idealismo, el positivismo, el materialismo… así, si en el siglo diecinueve se imponen el vitalismo, el voluntarismo, la fenomenología y el existencialismo, en el siglo veinte se imponen sucesivamente el estructuralismo y el deconstruccionismo. Por tanto, si bien todos estos sistemas de pensamiento influyen actualmente en algún grado o forma, es claro que hoy la realidad se aprecia predominantemente a través del prisma del estructural – deconstruccionismo. Es pues esta perspectiva lo que ha dado lugar al paradigma predominante. El criterio de realidad, bien y verdad se juzga hoy a la luz de los principios del estructural – decontruccionismo, esencialmente inmanente y absolutamente contrario a todo principio de trascendencia. Es el imperio del estructural – deconstruccionismo lo que ha determinado la crisis de Occidente porque implica la superación de la metafísica del ser y la imposición de la metafísica de la nada. Y esta fenomenología no se reduce al campo filosófico sino que inexorablemente se proyecta a la dimensión política de la existencia. Esto por cuanto la razón filosófica se convierte en razón política y en fundamento estratégico. Entonces, contrariamente a lo que se enseña, el principio del comunismo y sus expresiones históricas a través del anarquismo y el marxismo ya no están cruzados por las categorías del materialismo dialéctico del siglo diecinueve sino, hoy, por las categorías del estructural – deconstruccionismo. La política y la revolución hoy no pueden ser concebidas conforme al modo antiguo, sino conforme a los patrones de la razón ideológica actualmente predominante: el estructural – deconstruccionismo. Es esto lo que hace que hoy se enfrente al neoanarquismo y el neomarxismo, y no ante el interesado discurso de la muerte del comunismo.
Del marxismo al Estructural-decontruccionismo: de la muerte de Dios a la muerte del hombre
El deconstruccionismo, en cambio, es una ideología que no destruye la estructura, sino que actúa manteniendo las formas originales, pero vaciándolas de contenidos para generar otra. Nietzsche, Heidegger, Foucault, Derrida, Guattari entre otros son los encargados de dar forma a una de las obras de ingeniería más sorprendente, a través de la “desvinculación de la razón y el lenguaje”.
El estructuralismo difundido por la “Escuela de Frankfurt” interpretará la realidad burguesa opresora como una “construcción de sistemas de relaciones” impuestas por poderes y micropoderes, donde las cosas son simples acuerdos culturales expresados en binarios, como por ejemplo: hombre-mujer; bueno –malo; infierno-cielo, entre muchos; de esta manera la Verdad ya no existe como algo objetivo. Dios, Hombre, Familia, Bien común, Patria, Estado, son simples “construcciones”, simples “sonidos” como lo sostiene el nominalismo, significan solo en el momento histórico en que se producen, y se suscriben en una “conciencia inmanente estructural”, por eso el hombre ya no conocerá ni recordará, pues el hombre ya no existe en “esencia y naturaleza”, sino que es suplantado por construcciones como “el nosotros, lo intersubjetivo, o el repetido “inconsciente colectivo”.
Sobre esta ideología, hoy, se sustentan las opiniones políticas en favor del aborto o la anticoncepción, pues se asume que el embrión es simplemente una “construcción cultural”, dependiendo su existencia solo de la “hegemonía ideológica”. De la misma manera, el constructivismo, método usado por el estructuralismo para “construir nuevas realidades” y que fundamenta la pedagogía de la “Reforma Educacional”, impuesta desde hace más de un cuarto de siglo, ha teniendo sus frutos al formar ciudadanos para una “matrix” de control sistémico, prescindiendo de la espiritualidad y humanidad, logrando la casi atrofia de la inteligencia al dejar de lado de la lógica la razón.
Así frente a la rígida sociedad estructuralista, Foucault creyó que el “individuo libre” sólo puede resurgir del colapso de la modernidad occidental, pero despojado de su falsa humanidad. Foucault propone por tanto el rechazo de todas las formas de la razón y la moral como restricciones intolerables para la libertad creativa del individuo. De esta forma, el sadismo, el sexo, la violencia y la locura poseen un valor fundamental en sí mismos, pues no son sino crudas expresiones del instinto vital del hombre, el cual la sociedad burguesa trata de contener y reprimir. La superación nietzscheana de todos los valores se convirtió para Foucault en un incesante y planificado “programa de transgresión”. Como se ha indicado, la idea de la locura como forma de libertad constituyó la premisa básica. Afirma Foucault: “Las estructuras masivas de la sociedad burguesa y sus valores: las relaciones familia – hijo, centradas en el tema de la autoridad paterna; las relaciones de transgresión - castigo, centradas en el tema de la justicia inmediata; las relaciones locura – trastorno, centradas en el tema del orden social y moral” son creaciones del poder desencadenado de la razón clasificadora, discriminadora y segregadora de la sociedad occidental.
La transgresión una expresión política para deconstruir la estructura burguesa.
Es la “transgresión”, herramienta fundamental de la “decontrucción”, que permitirá al “individuo” huir por las fisuras o contradicciones de la estructura para generar otra realidad, realidad liberadora. Estas “contradicciones” devienen en un programa de transgresiones para imponer un nuevo sistema de “ordenes horizontales”. Dichas transgresiones se manifiestan con fuerza, a través de la publicidad cargada de erotismo, violencia contenidos en programas de TV como por ejemplo “El club de la Comedia” en cuyos sketch, se hace recurrente la promoción de la homosexualidad, infidelidad, desacralización de símbolos católicos, usando solo un lenguaje lúdico. Nietzsche dirá que es la obra del “artista” que realiza “arte”, y el arte es la forma de “destruir y construir” algo nuevo. La transgresión ha tocado también la figura de Dios y su autoridad, así como de su estructura visible la Iglesia Católica y su doctrina. Se la ha sometido al proceso de transformación, de una Institución vertical y dogmática a un sistema de micro “poderes autónomos inmanentes y horizontales”, donde se ha perdido la idea de autoridad. De esta manera, se ha difundido que no es Dios ni el Papa ni el sacerdote que gobierna el nuevo sistema, sino que la Estructura inmanente sometida a una continua emanación en busca de la construcción de una nueva Iglesia. Es la muerte de Dios.
La abolición de la Autoridad Suprema y la Verdad viene a repercutir tanto en el plano de la familia la educación y la justicia, pues al diluirse la autoridad en la estructura, los integrantes de estos cuerpos sociales se ven sometidos a construir continuamente la autoridad. Por otra parte, ya no se hablará de “delito, justicia, castigo o bien común”, debido a que implica una referencia a una Autoridad esencial. En el Estructural- decontruccionismo, la falta, el delito y el delincuente ya no serán castigados, debido a que su acción ha sido simplemente un “salirse de la estructura”, por eso se ha planteado como solución la “ortopedia política” es decir un método de corrección social por medio de la “vigilancia ausente de castigo”. Por otra parte, la delincuencia bajo estas ideologías se ha transformado no en un mal, sino en una expresión de “liberación política normativa” que todos los sometidos deben ejecutar. Por eso hoy, el discurso estructuralista decontruccionista, ya socializado, nos habla que las micro estructuras buscan como necesidad su liberación política. Así el feminismo, la homosexualidad, lesbianismo los niños o jóvenes y las minorías o cualquier esclavitud normativa burguesa, deben entregárseles el poder o “empoderarlos políticamente” para que se liberen; eso queda claro con la imposición a la entrega de la “píldora del día después” o la difusión de los llamados “derechos el niño”,y más que enfrentar al estigma de la violación o los castigos físicos de sus padres, busca empoderar a las jóvenes y los niños, para ser “políticamente soberana(o) s” ante sus padres a temprana edad.
La trasgresión ha impactado el espacio geográfico y social, Felix Guattari propone enfrentar al sistema de estructuras dominantes por medio de la deconstrucción con una nueva praxis política, basada en la desterritorialización o nueva territorialización en la que los actores marginales del sistema asumen un papel de expropiadores políticos, generando una nueva expresión ideológica, un nuevo sentido y poder de las cosas. Son las minorías que se empoderan de los territorios o de las palabras, donde se pone en práctica por medio de la transformación del lenguaje la anulación de sus verdaderos sentidos: nacen los llamados “espacios de libertad” o de “agenciamiento” produciendo nuevos territorios culturales. De esta manera, basta mirar la proliferación del neolenguajes juvenil escrito u oral, donde abunda el grafiti el tag, el cambiar el sentido de las palabras, pues como dirá Derrida, en la palabra está el Ser, los cuerpos al igual que las palabras representan el orden metafísico del Ser, por lo que, hay que transgredirlos por medio de los tatuajes, expansiones, pirsing, aros entre otros. Los territorios geográficos urbanos se han visto impactados por nuevos actores sociales como son las tribus urbanas de todos los tipos, los Okupas, o categorías asistemicas que han implementado un modelo akrata de tal proporción que incluso ha surgido un tipo de “escuela y universidad libre” basada en la risomatía cultural, respaldada por la internet y la biblioteca universal como es Wikipedia o la Indipedia entre otras.
En resumen, todo lo que vemos en el mundo contemporáneo se relaciona y explica ideológicamente, pese a que muchas personas se niegan a aceptarlo o creen que todo lo que ocurre es por el azar o la coincidencia, debemos decir que hay un sistema ideológico distinto que ha invadido todo nuestros pensamientos y gestos. Es una nueva creencia, y como tal, es necesario hacer un debido trabajo de intelección real y profunda para poder entenderla y de esta manera seguir viviendo libres.